Una parte de mi suficientemente grande se fracturó el enterarme de tu deslealtad, entender por labios de otros quien soy en tus ojos y para tu razón, por muchas tardes camine aturdida, mi mente perdida, ni lagrimas me salían, me decepcionaste porque siempre creí que tu amor no era cobarde, que amabas de una forma diferente a mí y me repetía incansablemente que el amor no es color rosa, si no la flor con todas sus espinas, que quererte implicaba entenderte, esperarte y respetar tus marcados y perturbadores silencios, que ignorarme era tu herramienta de defensa al enfrentar un amor desconocido para tí, llegué a pensar que el miedo te invadía y ¿Cómo no?, ¡si soportabas mis manías...!
Mi cuerpo lo ha entendido y no te extraña ya, podría casi asegurar que su memoria se ha reiniciado y si bien existe un antes y un después de tus caricias por fin ha llegado a mi ser la luz y la claridad que le quitaste con tu oscura existencia, mi alma ha vuelto a vibrar en sintonía de la tranquilidad, aquella que me arrebataste por tantas noches, aún no puedo comprender como pude permitirte tanto, me tendí en el suelo para que tu pasaras, entregue mi corazón para que el tuyo no se cansara al latir, puse tanto de mí que creo que ahogue el espacio para ti y nunca recibí, en el camino me destruí, ahora que he podido reconstruir mi ser he aprendido que los amores cobardes no están destinados a ser felices, no construyen, no se alinean, simplemente existen, no maldigo conocerte, no me arrepiento de lo que te ofrecí, no desconozco tu cariño por mí, solo he aprendido a vivir sin ti y así estoy muy feliz.
